jueves, 7 de agosto de 2008

LA VIDA

Cuando eres un mocoso que no levanta un par de palmos del suelo la concepción de la realidad es un cúmulo de experiencias semiabstractas que tienes que dar por válidas ya que las estas viendo. Por lo que el mundo de los sueños y la realidad tendrían una validez seguramente muy pareja. Te permites cosas como cagarte encima, vomitar a desconocidos sin ningún pudor. Un manojo de instintos primarísimos. Si un día al colegio te llevara tu perro en coche conduciendo para nada te sorprenderías, es la realidad y así la asumes. De verdad que sería una desgracia humana poder hablar a esas alturas. Lamentablemente esa es la siguiente etapa. La de los porqués. Te explican todas aquellas cosas porque vas asumiendo que todo tiene un orden y un por qué. En algún sitio un niño impertinente hace una pregunta de por qué, de esos vergonzosos dichos en voz alta para el deleite de desconocidos del plan -¿Por qué la tía Lola enseña tanto las tetas?- o alguna pregunta cuya incertidumbre sus padres no hayan despejado, del estilo - ¿Por qué existen las guerras?- y se quede como algo profundo y enigmático. Suelen ser bastante socorridas estos momentos en la comedias románticas. Cuando tienes 15 años, te crees que sabes las respuestas a todo, debes tener (antropológicamente es así) todo objetividado hasta en el grupo de Cosasquenolassabenadie . Piensas que eres el más listo, que piensas como un adulto y puedes asumir esas responsabilidades cuando a tus padres incluso les puede costar. Pasas de los valores de tus padres por que para eso son de tus padres. Supongo que a los 20y te das cuenta que la realidad dista mucho de aquellas preciosas películas de Disney y de sus reconfortantes bandas sonoras. Has acumulado bastantes más experiencias humanas, sabes de sobra lo que le ocurre a la gente cuando hace determinadas cosas sin necesidad de que te lo cuenten tus padres a modo de moraleja: "-Al tío Facundo le dejo su mujer después de 46 años por vago". Ya has visto los hilos del espectáculo de marionetas.
Aquellas fábulas de Disney con sus canciones y consejos ya polvorientos llenos de valores no eran una constante en la lejana vida de adulto-responsable. Lejos de ser tópicos , de los que nos creíamos seríamos protagonistas, por fín tenían una utilidad: son esenciales. Los matrimonios no son así, pero sí buscan serlo. Ese endiosamiento de un determinado estilo de vida es la meta, el sueño. Son el obejtivo a seguir, hay que vivir, hay un porvenir. Puede que un día te emborraches y te cagues encima o vomites a alguien, pero tendrás que lidiar con tu futuro igualmente. Nadie te va a limpiar el culo. Y a estas alturas, casi curados de espanto ver a un perro conducir sería lo más entrañable y fantástico en todos los sentidos que le podrías pedir a la vida : Abstracto y subjetivo pero condenadamente real.



1 comentario:

Jay Gatsby dijo...

jajaja el segundo pero siempre me gustó, es el puto amo, pero el primero no lo había visto.jajaja